martes, 10 de diciembre de 2013

La democracia chilena vista a través de tres variables que explican su éxito






Según Valenzuela (1999, p. 191) el caso de la democracia chilena constituye un “excepcionalismo” dentro del establecimiento y desarrollo de las democracias en América Latina y, más aún, en las que tuvieron lugar en el cono sur del continente americano. 

Así pues, el “excepcionalismo” democrático chileno es explicable en la medida en que se entiende que en dicho país se produjeron ciertas situaciones puntuales que ayudaron al establecimiento de la democracia. Las variables que explican este fenómeno son múltiples, pero entre las más resaltantes encontramos las siguientes: a) Las decisiones adoptadas por el liderazgo político post independentista chileno, b) La apertura que da la derecha conservadora chilena a las reformas (la ampliación del derecho al sufragio) en el Siglo XIX y c) La dinámica de generación de consensos para gobernar en el Siglo XX: el ganador no puede quedarse con todo. En conclusión, consideramos que este conjunto de variables fueron determinantes en el establecimiento de la democracia en Chile.  

Además, vemos como esas tres variables puntuales que hemos descrito anteriormente, operan sobre varias de las dimensiones generales que determinan el desarrollo y consolidación de las democracias  y están enunciadas por Diamond, Hartlyn & Linz en su libro Democracy in Developing Countries (1999). Así pues, nuestra variable “a” opera sobre la dimensión del Political Leadership (Liderazgo Político) y el Historical Legacy (Legado Histórico), en tanto que la “b” lo hace sobre el liderazgo político, pero a la vez lo hace sobre la dimensión denominada Inequality, Class, and other cleavages (desigualdad, clases y otros clivajes); finalmente, la variable “c” opera sobre la dimensión de las Political Institutions (instituciones políticas; partidos en este caso) y la Political Culture (Cultura Política).

Las decisiones adoptadas por el liderazgo político luego de la independencia chilena

Este primer elemento remarca la concepción “excepcional” del proceso de establecimiento de la democracia chilena. Esto, toda vez que, como acota Valenzuela (Ob. Cit., p.195), en este país –a diferencia de lo que ocurrió en la mayoría de las otras naciones suramericanas- los héroes militares de las guerras de independencia no se constituyeron en caudillos que optaron por la vía de concentrar todo el poder político en un liderazgo personalista y autocrático, sino que por el contrario dieron los primeros pasos para tratar constituir una democracia liberal que, básicamente, respetara la separación de poderes.

Valenzuela hace especial énfasis en el caso de quien se consagra como el primer gran héroe nacional de Chile: el General Manuel Bulnes, a quien se le recuerda por haber conducido a las tropas chilenas durante la guerra llevada a cabo entre 1838 y 1839 contra la confederación Peruano-Boliviana. Bulnes, quien finalizada la guerra y entrado el año de 1840 se hace con la presidencia chilena, hace –según Valenzuela- importantes reformas que contribuyen a la creación de una verdadera República democrática, rehusando así convertirse en el típico caudillo militar latinoamericano:

First, Bulnes refused to rule autocratically, giving substancial autorithy to a designated cabinet carefully balanced to represent some of the most important factions of the loose governing coalition. Though executive power was a paramount, Bulnes permitted growing autonomy of the courts, and the legislature. In time, Congress became increasingly more assertive (…)(Valenzuela en Hartlyn, Diamond & Linz, Ob. Cit., p.195).
               
b) La apertura que da la derecha conservadora chilena a las reformas (la ampliación del derecho al sufragio) en el Siglo XIX.

Un asunto fundamental para entender la construcción de la sociedad política chilena en el siglo XIX es, según el propio Valenzuela, la pugna que surge entre los sectores socialmente conservadores y su contraparte liberal, debido a la discrepancia planteada en torno al grado de intervención que debía ejercer la iglesia católica en la política. Este tema es de hecho, a juicio de Valenzuela, el que generará el clivaje más importante en la sociedad chilena en el S. XIX, al punto de ser el punto de partida para la creación del longevo Partido Conservador Chileno que pugnará por el poder con el Partido Radical Chileno. (Valenzuela en Hartlyn, Diamond & Linz, Ob.Cit., p.196)

Una vez que los conservadores arriban al poder además del asunto religioso, la ampliación de los derechos políticos de los ciudadanos se vuelve un tema de discusión. Los Radicales atacarán a las administraciones conservadoras por acumular el poder y restringir las decisiones políticas en círculos elitistas muy cerrados, al tiempo que solicitarán que se amplíe el derecho al sufragio a la mayor cantidad posible de ciudadanos. Esta ampliación se dará, no de la noche para la mañana, pero sí de manera más rápida a como se dio en muchos países de Europa. 

Así pues los conservadores chilenos, como explica Valenzuela, harán reformas liberales claves en la extensión del derecho al sufragio de los ciudadanos, esto no porque se confiesen creyentes de la prédica liberal, sino porque en último término –contando con relativo apoyo popular para mediados del S.XIX- les permitió seguir capturando posiciones de gobierno y aliviar los clivajes existente con sus opositores (Ob.Cit, p.197). 

Esta temprana apertura liberal chilena, donde actores –aparentemente antagónicos- como los Radicales y los Conservadores logran llegar a ciertos puntos en común, aporta una experiencia importante para la construcción del sistema democrático en ese país.

c) La dinámica de generación de consensos para gobernar en el Siglo XX: el ganador no puede quedarse con todo

Siguiendo la explicación de Valenzuela, es destacable el hecho de que, desde 1932 hasta finales de los años noventa, la votación en las elecciones presidenciales chilenas estaba divida en tres tercios relativamente iguales: un tercio de los votantes tendían a inclinar su voto por las opciones de la derecha, mientras que un segundo tercio lo hacía por la izquierda y un tercero lo hacía por el centro (Ob.Cit, p.202). Este hecho fue coadyuvado, sin duda, por la temprana existencia en Chile de partidos que representaban a estas distintas tendencias ideológicas. 

Esta dinámica, en la que si un candidato presidencial quería ganar la elección presidencial debía pactar con alguna de las otras dos fuerzas (generando coaliciones electorales generalmente) o bien una vez en funciones de gobierno debía pactar con algunas de esas dos fuerzas para poder obtener mayoría en el Congreso, imposibilitaba en todo sentido que se impusiera la regla donde el ganador de la elección se lo llevaba todo y podía gobernar a sus anchas sin llegar a consensos con otras fuerzas políticas. 

Since majorities were impossible to achieve, Chilean presidents were invariably elected by coalitions or were forced to build governing coalitions with opposing parties in Congress after the election (…) (Valenzuela en Hartlyn, Diamond & Linz, Ob. Cit., p 203)

Esto originaba un ambiente de negociación permanente que obligaba al Presidente a tender puentes con sectores ideológicamente dispares al suyo, para poder mantener en funcionamiento las coaliciones de gobierno, hecho que  en todo caso devenía en una sana praxis que fortalecía la vida democrática del país. 

De hecho,  Valenzuela resalta que esta práctica se quiebra a mediados de los 60’s cuando, una vez en el poder, la Democracia Cristiana (Centro) cree que puede apoyarse en su respaldo popular para desmontar el tradicional sistema de gobierno bajo coaliciones e intenta –a través de Eduardo Frei- ejercer funciones gubernativas sin negociar, recurriendo a la concepción de que el partido mayoritario puede gobernar sólo. En este sentido los demócratas cristianos adelantan además una serie de reformas con las que vetan al Congreso en el manejo de asuntos vinculados con las decisiones económicas del país, recayendo estas últimas –luego de la reforma- en la exclusiva potestad del Presidente. Esto más tarde le pasará factura a la democracia chilena, puesto que Salvador Allende utilizará estos poderes en su administración presidencial para nacionalizar empresas y radicalizar su proyecto socialista, que al fin y al cabo terminará dando al traste con la democracia chilena  para abrir el paso a la era de la dictadura militar encabezada por el General Augusto Pinochet.

En resumen, la variable “a” de nuestro estudio explica desde el punto de vista de la historia, cómo Chile fue capaz de salirse de la tradición latinoamericana del caudillismo, a la vez que da cuenta de cómo el liderazgo político de hombres como el General Bulnes fue determinante para la construcción de la democracia chilena. 

Por su parte, la variable “b”  explica el “excepcionalismo chileno” desde la perspectiva donde el liderazgo político de la derecha conservadora fue capaz –más por razones prácticas que de convicción ideológica- de dar pasos hacia la ampliación del derecho al sufragio en este país en la segunda mitad del S.XIX, lo cual coadyuvó en la construcción del camino democrático. Si lo visualizamos en otra dimensión de estudio, la decisión de ampliar el derecho al sufragio en Chile y de atenuar la vinculación de la iglesia católica en los asuntos políticos ayudó disminuir la desigualdad política y por ende a reducir los clivajes sociales que podían comprometer el éxito de la democracia.

Finalmente, la variable “c” nos permite visualizar cómo el mantenimiento por parte de los chilenos de una cultura política que no tendió a polarizarse en torno a ideologías extremistas (sino que en cambio se compartía entre tres tendencias ideológicas) les posibilitó disfrutar de largas décadas de vida democrática. Por otra parte, la tendencia del rico sistema de partidos políticos chileno y la tradición de acudir a las elecciones y tratar de gobernar bajo coaliciones permitió también que el sistema democrático funcionara con éxito en dicho país. Prueba de ello es que, cuando un partido (la democracia cristiana) trató de gobernar sin consensuar con otras organizaciones, el sistema comenzó a hacer aguas. 

Nehomar Adolfo Hernández  (*)

Bibliografía:

Diamond L, Hartlyn J, Linz J & Lipset S. (1999). Democracy in developing countries. Colorado: Lynne Rienner.

(*) Paper elaborado para el seminario "Las democracias en América Latina" dictado por el Profesor Adolfo Vargas en la maestría en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar. Caracas-Venezuela.


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