Ideología, paz y conflicto
Es
clara la vinculación que puede establecerse entre las ideologías (o bien su
aparición) la paz y los momentos de conflicto. Así pues, puede afirmarse con
toda propiedad que es precisamente en los momentos donde existen profundas
tensiones dentro de la sociedad cuando tenemos un ambiente más fecundo para la
aparición de lo que catalogamos como una ideología.
La
historia universal es profusa en ejemplos que vienen a confirmar la presunción
de que los brotes ideológicos se han dado cuando las sociedades atraviesan
momentos duros en el campo económico o
bien de cuestionamiento masivo al régimen político que las rige; así pues, nos
encontramos con la demostración reveladora que constituye la aparición de la
ideología nacional-socialista en una sociedad conflictuada, herida en su
orgullo nacional y severamente golpeada en lo económico como era la Alemania
perdedora de la primera guerra mundial, y que a su vez es en la que Hitler
logra imponer su proyecto ideológico.
La
asociación con los momentos de conflicto y la aparición y efervescencia de las
ideologías es confirmada por la idea de Sorel que rescatan Dowse & Hughes
en su libro de Sociología Política:
"La ideología da satisfacción y explicación de las tensiones individuales que los hombres deben soportar durante los períodos de tensión social o en los puntos de quiebra social, y, por esta razón, Bell sugiere que la función latente más importante de la ideología es abrir la espita de la emoción" (1999, p. 307)
Por
el contrario, en una sociedad donde se mantiene la paz e impera la estabilidad política y económica rara vez
encontraremos una irrupción ideológica masiva.
Ciudadanos que tienen plenamente garantizadas condiciones de vida dignas, que
operan bajo un régimen de todo tipo de libertades y que además no ven amenazada
la posibilidad de satisfacer sus necesidades -tanto básicas como las que, de
acuerdo a un determinado nivel de ingresos, luego se vayan generando-
dificilmente se preocuparán y ocuparán por el asunto ideológico.
Es
en los momentos de conflicto, donde se produce -o se busca que se produzca- la
ruptura con un determinado estado de cosas, cuando más fecundidad tienen las
disquisiciones ideológicas en los colectivos humanos. Esto en buena parte,
debido a que el adoptar una ideología presupone que los individuos necesariamente
asuman una visión del mundo que trasciende y supera el statu quo que impera en
ese momento (la situación conflictiva en sí), bien por algo que algún día
podría ser (un futuro promisorio) o bien por volver a algo que ya fue (el
regreso a un pasado que fue mejor); es pues, en conjunción, la búsqueda de una
situación ideal.
Sobre esta búsqueda que emprenden
los invidividuos para trascender el "presente imperfecto", Dowse &
Hughes destacan el papel determinante que juega la ideología como motor para
romper con el statu quo, erigiéndose como un pilar fundamental de la idea de
cambio en una situación de conflicto: "(...) Es usual que las ideologías
incorporen, o bien un elemento arcaico que vuelve su mirada hacia un pasado de
orden, nobleza y simplicidad, o bien componentes fuertemente futuristas"
(1999, p. 306).
En sociedades altamente
ideologizadas es probable que el conflicto sea inminente, en tanto estas
-entendidas en el sentido estricto del término- se presentan, según Sartori
(2008, p. 126) como un "sistema de creencias basado en elementos fijos,
caracterizado por alta intensidad emotiva y por una estructura cognitiva
cerrada". Así pues, el campo para la negociación entre grupos sociales
contrapuestos ideológicamente puede resultar dificil de visualizar, en tanto la
confrontación (tanto verbal como física) es el destino más seguro.
Ejemplos de esto último los
encontramos en las sociedades islámicas del medio oriente, donde el permanente
conflicto armado que las caracteriza parece estar asociado al elevado grado de
ideologización del que son objeto los individuos que las conforman. Lo cual, en
conjunción con el factor religioso que media en dicho conflicto, hace de la paz algo difícil de avizorar.
Ideología y política
Resulta bastante difícil deslindar
la política -como acción encaminada a influir o controlar el poder dentro de la
sociedad- del asunto ideológico. Esto, toda vez que entendemos que la
ideología, como afirma Bell -referido por Sartori- es un cojunto de "(...)
ideas convertidas en palancas sociales" (2008, p. 117). La ideología viene
a ser, en esencia, el sustento del que beben quienes emprenden acciones políticas.
Así pues, podemos afirmar que para
quienes se embarcan en la tarea de la conquista del poder (o al menos buscan obtener
una cuota de influencia o participación en él), la ideología viene a ser el
alimento que -al menos en un primer momento- les impulsa a movilizarse. De allí
que las grandes luchas políticas que ha emprendido la humanidad, bien por la
vía pacífica y gradual o bien por la de ruptura drástica y revolucionaria,
siempre se encuentran movidas por un ideal que se conecta con una
determinada acción, es decir: un
trasfondo ideológico.
De esta forma es evidente que
cualquier acción política que adelante la humanidad siempre estará signada por
un determinado planteamiento ideológico que opera en la mente del conjunto de
invididuos que despliegan tal acción política. Así pues, desde la lucha por
cuestiones que hoy consideramos básicas, como: la libertad, la igualdad o la justicia, hasta la demanda de
asuntos políticos más complejos y contemporáneos, como: el aumento del grado de
participación del ciudadano en la acción de gobierno, el desarrollo de niveles
de producción que sean sostenibles y sustentables en el tiempo (verdes), están
y estarán siempre emparentados con un planteamiento ideológico.
La vinculación entre ideología y política
se hace manifiesta si entedemos que la primera comprende, como se apuntó más
arriba, la visión de la superación de un estado de cosas en los asuntos
políticos -y por ende el tránsito, con el tipo y el grado de confrontación que
ello implique- al establecimiento de una nueva realidad en dicho ámbito. Es
precisamente desde el campo de la ideología desde donde se construye, en un imaginario colectivo, la
"nueva realidad" por la que se lucha (pacífica o violentamente) y
será pues ese marco ideológico el punto de partida desde donde se emprenderá la
acción política, para así lograr establecer -una vez tomado el poder- lo que el
mismo considere "bueno" y erradicar lo que a su vez éste estime que
es "malo".
La ideología, estrechamente
vinculada con la política, remite a un proceso de construcción de las formas
del poder político en función de lo que un grupo de personas estima acorde a
sus ideales. Lo ideológico sirve de
sustrato a quienes emprenden acciones en la arena política, en tanto y en
cuanto les orienta sobre cómo debe organirzarse el poder y cúales deben ser sus
funciones y atribuciones.
Nehomar Adolfo Hernández
Bibliografía
DOWSE, Robert & HUGHES, John
(1999). Sociología política, Madrid: Alianza Editorial.
SARTORI, G (2008). Elementos de
teoría política. (6ta Ed.). Madrid: Alianza Editorial.
*Trabajo realizado por el autor para la asignatura "Elementos para el análisis político" de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar (USB)
No hay comentarios:
Publicar un comentario