martes, 9 de abril de 2013

De la Guerra...





La guerra: ¿continuación de la política por otros medios?

Al hablar de la guerra, de entrada Von Clausewitz hace la distinción de que ésta, de manera global, puede ser entendida como un "acto de fuerza" en el que media un duelo entre dos actores que tienen intereses contrapuestos y en el que, en último término, lo que persiguen ambos no es otra cosa más que el "obligar al adversario a acatar nuestra voluntad" (p.7).

Al ser la guerra un acto que generalmente ocurre entre países (al menos desde la visión desde donde en líneas generales lo enfoca el autor), su puesta en marcha obedece a intereses de naturaleza política. Esta afirmación se compadece con el razonamiento que hace Von Clausewitz en torno a que la guerra -aún y cuando contempla una lógica propia que obliga a orientarla a través de mecanismos particulares- tiene un fin eminentemente instrumental que, en último término, persigue la consecusión directa de objetivos políticos. Así pues, podemos observar que aún y cuando la "victoria" en la guerra generalmente es analogada al desarme del contrario, o a la sumisión de éste a nuestros designios, los objetivos reales que se persiguen más allá de estas dos cosas están vinculados con aspiraciones de tipo político, las cuales -por cierto- siempre son las que tienden a originar el conflicto.

Cuando sale a colación la frase arquetípica de Von Clausewitz: "La guerra es la continuación de la política por otros medios", no se puede hacer otra cosa más que suscribirla. Un ejemplo clásico de ello puede ser puesto en el tapete si observamos lo siguiente:  cuando surge una disputa entre dos naciones por un determinado territorio, y ésta se torna imposible de resolver por la vía ordinaria de los tratados y la diplomacia, se acude a la vía de las armas para reclamar lo que cada país considera suyo. Es allí cuando vemos que la causa originaria del conflicto es política, como política será la conducción que se le de al mismo hasta que, alguna de las dos naciones en disputa se someta a la voluntad de la otra. Este ejemplo, donde las motivaciones políticas son el motor del conflicto y la vía diplomática se torna insuficiente para resolución del mismo, se evidencia claramente en lo ocurrido en la guerra por la disputa del territorio de las Islas Malvinas, que tuvo lugar en la década de los ochenta entre la República de Argentina y la Gran Bretaña.

Lo que decimos más arriba es confirmado en tanto y en cuanto este autor deja entrever, que el nivel de esfuerzo (entendido como la cantidad y calidad de las acciones militares que se emprendan a través de las armas) que se pone en marcha en el campo de batalla es directamente proporcional a la magnitud del objetivo político que se busca lograr. De allí que, evidentemente las gigantescas acciones militares que emprendió el eje nazi-fascista durante la 2da Guerra Mundial están directamente asociadas a las enormes dimensiones del objetivo político que perseguían: la conquista de territorios de considerable extensión en buena parte de Europa y, más allá de ello, la intención de establecer un nuevo orden mundial.

En Von Clausewitz se advierte -en alguna medida- la intención de desestimar la guerra como una mera expresión de irracionalidad y del desbordamiento de bajas pasiones que puede producirse en una circunstancia dada. Todo esto en la medida en que el autor considera que la conducción de la guerra se da, en la mayoría de los casos, en un marco donde preponderan ciertos criterios de planificación racional por encima del odio fortuito. La guerra, en todo caso, se rige bajo criterios tácticos y estratégicos que están emparentados con la política, ya que el conflicto "surge siempre de una circunstancia política, y no tiene su manisfestación más que por un motivo político. Es pues, un acto político." (p.19)

En esencia, la política (mirada a gran escala en la práctica de los Estados-Nación) no puede jamás desechar la opción de la guerra como un mecanismo para la consecución de sus objetivos, con lo que la vinculación entre política y guerra es innegable. Esto se resume en la afirmación que hace el autor acerca de  que "(...) el propósito político es el objetivo, mientras que la guerra constituye el medio, y nunca el medio debe ser pensado como desposeido de objetivo." (p.20).


La política: ¿continuación de la guerra por otros medios?
           
El invertir la afirmación clásica de Von Clausewitz de que "La guerra es la continuación de la política por otros medios" en modo alguno puede ser vista como una intención de contradecirla. Esto pues, si entendemos que la guerra es un asunto siempre latente cuando hablamos de las relaciones entre naciones y que, aún cuando un país termina sometiendo a otro luego de un largo proceso de guerra, lo que sigue es siempre un pacto de paz sujeto a ciertas condiciones que no necesariamente implican que la tranquilidad (ausencia de confrontación bélica) será algo eterno. Ninguna relación donde exista un vencedor y un vencido es inmune a que, pasado un tiempo, se reavive el conflicto armado. Así pues, mientras la "reaparición" de la guerra se plantea como una posibilidad, la política y sus mecanismos obrarán para fungir como catalizador en el conflicto de intereses presente entre sus actores.

La evidencia de que también podemos considerar a la política como la continuación de la guerra por otros medios se evidencia en la afirmación categórica de que "La guerra con su resultado, no es nunca algo absoluto", en tanto "(...) el Estado derrotado a menudo ve en ese final un mal transitorio al que cabe encontrar remedio en las circunstancias políticas posteriores" (p.12).

Esto se hace aún más evidente en casos donde, por ejemplo, una nación que resulta "derrotada" tras un proceso de guerra emplea mecanismos inherentes a la actividad política para buscar hacerle frente -y superar- a su adversario: lograr posicionamiento en organismos internacionales a través de la labor diplomática (ONU, OEA); lograr mayores índices de desarrollo económico que la otra nación (en pos de volverse más competetiva que ésta), etc. De allí que, teniendo en cuenta que "La política es la inteligencia del Estado personificado" (p.20) y leyendo entre líneas a Von Clausewitz, en la dicotomía política-guerra no existen victorias ni derrotas definitivas, sino que en cambio se trata de un continuum en el cual las naciones siempre estarán valiéndose de distintos mecanismos que les permitan alcanzar su objetivo esencial: imponer su voluntad al contrario.   

           
 Bibliografía

VON CLAUSEWITZ, C (2002). De la Guerra. Recuperado de: http://lahaine.org/amauta/b2-img/Clausewitz%20Karl%20von%20-%20De%20la%20guerra.pdf


Nehomar Adolfo Hernández


*Trabajo realizado por el autor para la asignatura "Elementos para el análisis político" de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar (USB)
 

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