miércoles, 20 de marzo de 2013

¿Qué es la política?/La política y la búsqueda de lo justo






¿Qué es la política?

Cuando emprendemos cualquier estudio vinculado con la política, lógicamente un aspecto fundamental que determina el éxito que podamos tener en dicha tarea recae en el hecho de  precisar y entender muy bien de qué estamos hablando al momento de referirnos a esta expresión. Tanto más cuando la escasa comprensión sobre lo que implica tal palabra algunas veces genera distorsiones en el imaginario colectivo; falsas suposiciones que, en ciertas ocasiones, tienden a hermanar el término "política" con todo lo malo que se pueda esperar del hombre.

En tal sentido, y con el el propósito de  hacernos de una noción básica de la política, la definición aportada por Manuel García-Pelayo en su "Idea de la Política" (1999) nos resulta de una utilidad inconmensurable. En dicha obra, este connotado académico español delimita con gran precisión el asunto, circunscribiéndolo a la "aspiración a participar en el poder o a influir en su distribución, sea entre Estados, sea, dentro un Estado, entre los hombres incluidos en él" (p.13).

De esta concepción que tiene García-Pelayo se desprende que, naturalmente, las actividades propias de la política derivan de la cuota de participación e influencia que pueda tener un individuo (inserto en la vida en comunidad) al momento de poder decidir cómo se conducen los asuntos públicos de la parroquia, municipio, estado o país en el que habita (nótese que en este caso hacemos alusión a las unidades de división político-territoriales utilizadas en Venezuela, pero lo mismo aplica a cantones, distritos, condados o a las distintas unidades que son empleadas en otras latitudes del mundo). Fijada esta idea, es evidente que la discusión sobre lo que es político gira en torno a aspectos sumamente inmediatos a cualquier persona que, como es normal en la vida humana, genere interacciones con sus semejantes dentro de un determinado espacio físico; de allí que, tal y como se ha señalado siempre, lo político tiene una vinculación   -en extremo difícil de romper- con lo social.

Así pues, el quehacer político involucra a colectivos humanos, comprometiéndolos en la toma de decisiones que afectan positiva o negativamente las metas o fines que éstos tengan a bien plantearse como unidad. Estas lineas maestras -o fines que se plantea cada sociedad- abarcan un amplio abanico de aspectos inherentes a la vida de quienes conforman este corpus social: la orientación del modelo económico a seguir, las manifestaciones culturales aceptadas, las leyes que establecen lo permitido y lo prohibido dentro de una comunidad, entre muchos otros elementos.

El propio García-Pelayo (1999) indica que, a grandes rasgos, a lo largo de la historia de la humanidad puede distinguirse entre dos visiones de la política: una que apunta fundamentalmente a la lucha por el control del poder y por ende se concibe en términos de establecer relaciones entre gobernantes y gobernados (donde unos imponen su voluntad a los otros); y por otra parte, también es admisible contemplarla como un mecanismo para aspirar a la paz y el orden social, donde el elemento clave es la búsqueda de la justicia (pp. 6-7).

En conclusión, el ámbito de la política siempre estará situado allí donde bien los individuos o bien los grupos humanos -movidos por una serie de motivaciones propias- busquen dirimir en la esfera pública sus conflictos. Estas confrontaciones, a veces canalizadas a través de la violencia física y otras tantas matizadas a través del diálogo, persiguen la conquista de espacios en los niveles de decisión que se pueden tener para determinar el destino de un colectivo. Son ejemplos de la búsqueda del poder que hemos descrito: los conflictos armados que se dan entre países (situación violenta) y las pugnas electorales que se dan entre partidos políticos en un determinado país para acceder a cargos de elección popular (situación no violenta).


La política y la búsqueda de lo justo

Resulta difícil deslindar la búsqueda de la justicia del campo de acción de la política, tanto más cuando la tradición inaugurada por los filósofos griegos asoma que, por encima de muchas otras cosas, el ejercicio de lo político tenía como objeto fundamental garantizar la prevalencia de lo bueno y lo virtuoso dentro de la polis, ergo el objetivo apuntaba a aproximarse a lo que era justo para sus ciudadanos.

En esencia, esta visión de la política como mecanismo para lograr la justicia se sustenta en lo que indica Sartori (2008) desde el punto de vista del análisis del discurso de los griegos, el cual afirma que contampla un profundo componente ético que es posible detectar especialmente en los trabajos de Platón (p. 237). Sin embargo, con el tránsito a la entrada en escena del Estado como estructura fundamental de la política y la aparición de una relación vertical entre quien detenta el gobierno y quien, logicamente, es gobernado  (bandera fundamental del pensamiento de Maquiavelo) la noción de lo justo como fin último de la política se verá trastocada en cierta medida. De acuerdo a esta nueva concepción la valoración no oscilará entre lo bueno y lo malo, sino que se centrará en la búsqueda de los mecanismos que permitan la conservación del poder y que a la vez logren hacerlo funcional y efectivo, en una relación donde existen gobernantes y gobernados.

Ahora bien, para entender a qué nos referimos resulta provechoso hacerse de la definición que esgrime García-Pelayo (1999), que amplía la noción general que podamos tener sobre lo justo asociado solamente a la visión básica de lo bueno y lo malo. Es caracterizada por dicho autor como sigue:

La pretensión de realizar imperativamente, es decir, en general por la vía jurídica, un sistema axiológico, concepción que no contradice el concepto tradicional de justicia, sino que más bien lo perfecciona en cuanto que proporciona un standard de lo que es cada uno y la jerarquía de objetivos hacia los que ha de tender la comunidad política. (p.21)

De allí se deriva la reflexión de que la justicia va más allá de la dualidad simplista de la concepción bueno-malo que cada quien pueda tener, puesto que producto de la evolución histórica del pensamiento la búsqueda de lo justo se verá luego vinculada a la creación de un ordenamiento jurídico que permita reglamentar mediante la ley ¿qué es lo que definitivamente debe aceptarse y qué es lo que por ningún motivo puede aceptarse? en función de las particulares aspiraciones y modos de vivir de cada sociedad.   

Así pues, el propio García-Pelayo refiere que la relación entre la política y la justicia en nuestros días puede bosquejarse, en alguna medida, en los términos en los  que Schiller planteó el asunto y que, palabras más, palabras menos, asumen el hecho de que la actividad política se vincula con la búsqueda de la conquista del poder, para que una vez que éste haya sido tomado se implante en los gobernados una noción de justicia. Esto es, en resumen, generar una serie de objetivos que dicha sociedad asume como propósito a realizar, dentro de unos esquemas que delimitan cuáles son las actuaciones permitidas y las no permitidas para lograrlo. 

Nehomar Adolfo Hernández

Bibliografía

GARCÍA-PELAYO, M (1999). Idea de la política. (6ta Ed.). Caracas: Fundación Manuel García-Pelayo.

SARTORI, G (2008). Elementos de teoría política. (6ta Ed.). Madrid: Alianza Editorial. 
  


*Trabajo realizado para la asignatura "Elementos para el análisis político" de la maestría en Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar (USB)

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