
A falta de escasos meses para la realización de las elecciones primarias, donde habrá de escogerse el abanderado que representará a los sectores de la alternativa democrática venezolana en las Presidenciales, es oportuno fijar el análisis en retrospectiva por un momento, para así poder valorar lo mucho o lo poco que, como opción política de cara al elector, han crecido en los últimos años los sectores que plantean una visión de país distinta a la de Chávez.
Votar por un peor es nada o forzar cualquier salida
Por allá en el año 2000, cuando los partidos políticos de oposición aún sentían en carne viva el fuerte embate de aquello que algunos encuestólogos llamaron el “fenómeno Chávez”, quienes disentían del gobierno no tuvieron otra opción que dar su voto a un aprovechador de oficio y profesión, consumado brincador de talanqueras, a quien uno que otro historiador de cuyo nombre no quiero acordarme le ha conferido el “honor” de endilgarle la responsabilidad de ser el verdadero autor intelectual de aquel golpe militar de febrero del 92. Si, tuvimos a Arias de candidato presidencial, siendo contrincante de su hermano de juramento del Samán de Güere. Aún la lección de que los militares –y mucho menos los golpistas- no son buenos estadistas no parecía estar clara.
Pasó abril de 2002 y comprobamos (tanto los partidarios del gobierno como sus detractores) lo peligroso que es llevar la polarización política a la confrontación física, con las circunstancias que no nos detendremos a analizar en estas líneas, pues el espacio no lo permite. Pasó el paro petrolero de 2002 y 2003, donde algunos creyeron era necesaria una medida desesperada para forzar el abandono de Chávez a Miraflores, costara lo que costara. Alguien que quisiera resumir estos años, bien podría calificarlos como los de los “atajos desesperados”.
Dormimos la resaca
Transitamos los espinosos senderos de la desesperanza en medio de un 2004 que mostraba a un Chávez que salía fortalecido del triunfo –cantado a medianoche- en un referéndum revocatorio. Había fenecido entonces aquel intento de amalgamarnos en torno a una “Coordinadora Democrática”. ¿La causa?: nunca se planteó desde allí un programa de gobierno serio ni una orientación clara de lo que sería la Venezuela post-Chávez.
Nos sumimos en el letargo y el amodorramiento del despechado cuando, en 2005, decidimos abstenernos de participar en las elecciones parlamentarias de ese año. Vale decir que tal despecho era un clima de opinión generalizado en el país: más allá de los dirigentes sobre los que recaía la conducción de los partidos de la oposición, el grueso de quienes entonces adversaban a la cacareada revolución vieron en la no-participación electoral un camino para hacer reflexionar a las instancias internacionales encargadas de velar por el correcto desarrollo de los sistemas democráticos a nivel mundial. Lo que no sabíamos es que al Presidente la opinión internacional sobre sus actuaciones le importa muy poco, o nada.
Arribamos a 2006 y las elecciones Presidenciales. Para aquel momento, si mal no recuerdo, hubo apenas 2 o 3 precandidatos de oposición, aunque al final –y sin mayores trabas- el abanderado resultó siendo Manuel Rosales. Al ex gobernador zuliano le reconocemos haber asumido una carga que, para entonces, casi ningún líder político contrario al Presidente Chávez quería echarse al lomo, dadas las exiguas posibilidades de obtener un triunfo con las que se contaba. Responsablemente, desde AD decidimos no acudir a esa contienda electoral con nuestra tarjeta blanca, puesto que lo consideramos como una incoherencia: si nos habíamos abstenido un año antes para demostrar que había serias dudas sobre la imparcialidad del CNE y las demás instituciones del Estado, debíamos mantener la misma línea de acción para los comicios del 2006. Sin embargo, dimos libertad de conciencia a cada militante para que decidiera por cuenta propia si quería participar o no del proceso eleccionario.
Reforma y volteamos la tortilla
En 2007 la conjunción de dos factores determinantes, como la reactivación de la juventud venezolana en el quehacer y el activismo político, así como el progresivo reposicionamiento y validación de los partidos políticos ante la opinión pública, hicieron posible que Chávez saliera derrotado por vez primera en varios años. Resultaba evidente que la mayoría de los venezolanos discrepaba de la concepción hegemónica del poder mantenida por el “líder” (el tema más rechazado de aquella Reforma Constitucional fue sin lugar a dudas el de la reelección indefinida). Un gran número de simpatizantes del gobierno se abstuvo de participar por estar en desacuerdo con este tema, mientras que la oposición democrática comenzaba a ver el incipiente crecimiento de su caudal de votantes. Visto a la luz de los días que corren, aquello fue el preludio de muchas cosas positivas que se sembraron en aquel momento y que paulatinamente han ido fructificando en lo que hoy es la Mesa de la Unidad Democrática.
2008 significó, por una parte, el génesis del proyecto de la MUD, que buscaba crear una verdadera alternativa donde se encontraran los sectores que, por encima de los matices ideológicos y la filiación partidista, creen en el sistema democrático como piedra angular para que el país alcance un desarrollo pleno de sus potencialidades; y por otra, la cosecha de los primeros frutos de ese compromiso unitario signado por partidos políticos y organizaciones sociales un simbólico 23 de enero, a saber, el triunfo de varios dirigentes de la alternativa democrática en las elecciones de alcaldes y gobernadores llevadas a cabo ese año.
2010 fue un año clave, donde por encima de pronósticos fatalistas de algunas encuestadoras y amén del reacomodo a conveniencia que realizó el CNE de las circunscripciones electorales, la oposición democrática del país alcanzó un 52% de los votos totalizados en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional. Quedaba claro que el gobierno, por más triquiñuelas que quisiera emplear, también podía perder elecciones.
Logros y perspectivas futuras
Tenemos en puertas la selección del candidato que nos representará en las elecciones de octubre de 2012 contra el Presidente Chávez. Hay varios signos irrefutables de avance: hoy vemos con satisfacción cómo un abanico de candidatos andan recorriendo palmo a palmo la geografía nacional, conectándose –cada uno desde su abordaje particular- con los problemas de la gente; la dinámica interna de las organizaciones políticas que hacen vida en la MUD ha ido llevando las cosas al punto de que muchas de ellas se alineen en torno a posibles afinidades ideológicas y por consiguiente, el elector ha comenzado a sopesar entre las diversas propuestas y visiones de país (con sus matices) que presentan cada uno de los precandidatos. Esto es una muestra de madurez y seriedad política que nadie puede desmentir.
Otra muestra de avance que merece especial mención es que la MUD ha superado con creces a su antecesor directo (La Coordinadora Democrática), al elaborar una alternativa de país digerible en “100 soluciones para la gente”. Esto responde directamente a que un gran grupo de profesionales se ha esmerado, con mucha responsabilidad, en construir la visión de una Venezuela distinta, que logre patentizarse a través de un programa de políticas públicas en materia de salud, educación, economía petrolera, vivienda, transporte, vías de comunicación y otros temas vitales para los venezolanos. Actualmente, dicho equipo –conjuntamente con todas las fuerzas vivas que creen en la Venezuela del progreso- trabaja ardorosamente en la elaboración del plan de gobierno que presentará nuestro candidato unitario a la Presidencia en la campaña electoral de 2012.
De igual manera, un éxito sustantivo de la MUD ha sido el de crear la apertura necesaria para que sectores que antiguamente acompañaban a Chávez, se hayan sumado a la construcción de una alternativa verdaderamente democrática de país. Tal es el caso de PPT, Podemos y otras organizaciones que hoy hacen vida en la Mesa.
Para quienes todavía albergan dudas sobre el progreso de la MUD, basta con sintonizar cualquier programa del Sistema Nacional de Medios Públicos, donde la alternativa democrática ha logrado marcarle la agenda al Primer Mandatario Nacional. El Comandante, que otrora optaba por no aludir directamente a la Mesa en sus alocuciones, ahora pasa largos ratos comentando las cosas que hace o deja de hacer la MUD.
Finalmente, podemos afirmar que mucha agua ha corrido debajo del puente en los años que hemos descrito con antelación, pero lo que no se puede negar es que con la MUD pasamos definitivamente de oponernos por oponernos, a proponer. Nos transformamos pues de opositores a troche y moche en una alternativa de gobierno. Desde AD damos día a día nuestro aporte con tesón, para contribuir con la Unidad Nacional y validamos permanentemente el compromiso que tenemos con la inmensa mayoría de los venezolanos de construir nuevamente un país verdaderamente democrático donde impere la justicia social.